“Covidianidad” es la palabra que utilizan los periodistas de la República Dominicana (país caribeño muy afectado por la nueva enfermedad) para denominar este momento que estamos viviendo desde la aparición de la epidemia de Covid-19 en el Caribe y en todo el mundo.
“Covidianidad”, una bonita palabra que suena como “Cotidianidad” porque este coronavirus (SARS-COV 2) se mudó a casa y las autoridades nos aconsejan que aprendamos a convivir con él. Se convirtió en nuestro mejor enemigo desde hace un año, unas semanas después de su explosión en China a finales de diciembre de 2019. La rápida progresión de esta pandemia de Covid-19 nos recordó que la tierra se convirtió en una pequeña aldea gracias a nuestros modernos medios de transporte y de comunicación. El país de la Gran Muralla, que nos parecía tan lejana, se volvió tan cercana.
Una guerra contra la Covid-19
El 17 de marzo de 2020 a las 12:00, entró en vigor el primer confinamiento de la población en todos los territorios franceses, incluidos Guadalupe, Martinica, San Martín, San Bartolomé y Guayana, en la zona América-Caribe. Al tomar esta medida sin precedentes, el presidente de la República Francesa, Emmanuel Macron, había declarado “Estamos en guerra”. Una frase que había creado polémica entre algunos que pensaban que este virus desaparecería rápidamente pero un año después, nuestro invitado sorpresa sigue ahí y desde que decidimos cazarlo, decidió metamorfosearse, camuflarse, mutar porque él está realmente en guerra con nosotros. Y como el lobo malo, cuando nos grita “¡Wou!”, nos vamos a esconder con nuevos confinamientos (Martinica, Bahamas, etc. en el caribe, por ejemplo) y toques de queda y en cuanto pensamos que el peligro se fue, abrimos la puerta pero la mala bestia vuelve porque está jugando con nosotros…
Hace un año, el planeta Tierra se congeló repentinamente porque tres cuartas partes de la humanidad también habían elegido esta solución de confinamiento para detener el avance de este nuevo virus.
La cultura caribeña y mundial a media asta
En los territorios franceses, esta primera prohibición de viajar iba a durar hasta el 11 de mayo de 2020. Durante un mes y 28 días, Kariculture no se rindió y nuestra joven revista siguió publicando regularmente artículos sobre la cultura y el patrimonio de Guadalupe y del Caribe.
Kariculture también utilizó sus páginas en las redes sociales – Facebook y Twitter – para publicar imágenes de actividades artísticas con mensajes que alentaban a nuestros lectores, estén donde estén, a quedarse en casa, pero sobre todo a mantenerse ocupados practicando, si era posible, actividades que desarrollen su creatividad. Algunos de ellos se dedicaron, en efecto, a las artes plásticas o a la música en familia o en solitario…
Hoy en día, nos damos cuenta de los terribles daños causados por esta epidemia de Covid-19 en el mundo de la cultura. Nuestros artistas están luchando por subsistir, las estructuras culturales funcionan a baja capacidad o se cierran, los eventos culturales se cancelan. Es el caso de los festivales musicales, patrimoniales, culinarios o de otro tipo, o del carnaval, que son momentos de comunión para nuestros pueblos caribeños, pero también una fuente de divisas.
La resistencia de Kariculture
Kariculture, un nuevo medio de comunicación en Internet, desempeñó plenamente su papel ayudando a sus lectores guadalupaños, caribeños e internacionales a soportar este periodo complicado desde el punto de vista moral, social y económico, entre otros. Kariculture (y sus redes sociales) no fue a pedirles dinero a las autoridades políticas por difundir mensajes positivos o informaciones sobre la Covid-19 durante este primer confinamiento. Tras el confinamiento, algunos “grandes” medios de comunicación locales que ya consumen casi la totalidad de los ingresos publicitarios o reciben una gran subvención del Estado francés en Guadalupe y Martinica dijeron finalmente que su generosidad para informar sobre la Covid-19 tenía un precio. Sus quejas fueron respaldadas por un informe sobre los medios de comunicación en Guadalupe, escrito por un periodista jubilado que, seguramente, se quedó “atascado” en los años 80, porque sólo dedicó unas líneas a la prensa digital local, a pesar de la petición de audiencia que le enviamos… Sin embargo, en todo el mundo este nuevo medio de comunicación permitió a los medios tradicionales sobrevivir…
¡Así es la vida, ¡es la Covidianidad!