Pocos escenarios han sido tan importantes en la vida cultural y social de Cuba como el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso. Majestuoso en su construcción e histórico por los acontecimientos que ha albergado, este coliseo artístico ha sido – a lo largo de casi dos siglos – uno de los pedestales distintivos de la sociedad cubana.
Inaugurado el 15 de abril de 1838 con el nombre de Teatro de Tacón – en honor al Capitán General Don Miguel Tacón, en la otrora Isla colonial – el Gran Teatro de La Habana fue considerado en su época como el más grande y lujoso del continente latinoamericano. Actualmente es la más antigua institución teatral en activo de Latinoamérica y del Caribe.
Por su escenario han desfilado las más prestigiosas compañías de ballet, ópera, drama, danza, orquestas sinfónicas y una sustanciosa lista de personalidades descollantes de la cultura mundial, entre ellas figuras legendarias de la danza como Fanny Elssler, Maya Plisetskaya, Ana Pávlova y Julio Bocca ; las actrices Sara Bernhardt y Eleonora Duse ; el gran mimo francés Marcel Marceau ; los cantantes Enrico Caruso, Titta Rufo, Victoria de los Ángeles y Teresa Berganza. Relevantes personalidades de la música como los pianistas Serguei Rachmáninov, Arthur Rubinstein y Daniel Barenboim ; el cellista Pablo Casals, el violinista Jascha Heifetz y el guitarrista Andrés Segovia han contribuido también al prestigio de su largo historial. Además, han actuado las más famosas luminarias del arte nacional, de diversos géneros, como Ignacio Cervantes, José White, Ernesto Lecuona, Rita Montaner, Alicia Alonso y el Ballet Nacional de Cuba, que reside en el teatro de forma permanente desde 1965, entre otros.
Una relación con la historia
El Gran Teatro ha tenido, asimismo, una constante relación con hechos políticos de diversas épocas. En la histórica visita del presidente Barack Obama a Cuba, el pasado mes de marzo, la sala García Lorca del teatro – la más grande y suntuosa del edificio – fue la sede del discurso que ofreciera al pueblo de Cuba, el mandatario norteamericano.
Casi noventa años antes, el republicano Calvin Coolidge, último presidente estadounidense en ejercicio en viajar a Cuba, escogió la misma sala para ofrecer su discurso durante la Sexta Conferencia Panamericana, el 16 de enero de 1928.
El primer dueño de la institución fue el catalán Francisco Marty y Torrens, quien en 1857 lo vendió a la compañía Anónima del Liceo de La Habana, institución que luego la cedió a la Sociedad Centro Gallego, a principios del siglo XX.
La directiva del Centro Gallego se encargó de remodelarlo y darle su forma actual, en 1915, con la colaboración de la corporación norteamericana Purdy and Henderson. El edificio se convirtió, entonces, en uno de los máximos exponentes arquitectónicos del periodo republicano en Cuba y hoy en día es una de las realizaciones arquitectónicas más notables que posee el contexto urbano de la capital cubana.
Un estilo neobarroco
Ubicado en un sitio privilegiado de la ciudad, a un costado del Capitolio Nacional (actualmente en reparación) y tras la explanada que ocupa el Parque Central, en el Prado de la capital cubana, el Gran Teatro posee una fachada de estilo neobarroco, donde sobresalen las curvas de los balcones, ventanas, cornisas y grupos escultóricos concebidos por el italiano Moretti en mármol de Carrara.
Desde el punto de vista histórico es el único teatro, en La Habana, que conserva el formato italiano de la herradura en la García Lorca ; la suntuosa escalera en espiral, cuyos mármoles presentan un conjunto de formas escultóricas que ascienden majestuosamente hasta el techo.
En su historia de apelativos, han figurado otros nombres, como Gran Teatro Nacional, Teatro Estrada Palma y Teatro García Lorca. Sin embargo, a partir de 1985, a iniciativa de la excelsa bailarina cubana Alicia Alonso, el edificio pasó a denominarse Gran Teatro de La Habana, reservándose el nombre de García Lorca para su sala principal. No obstante, desde el 2015, por acuerdo del Consejo de Estado del Gobierno Cubano tomó el nombre de la prima ballerina assoluta, o sea, Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso.
El paso de los años y cierto deterioro condujeron a su cierre total en el 2013, año en que fue sometido a una reparación capital. Tres años después, el emblemático coliseo reabrió sus puertas el 1ro. de enero del 2016, con la tradicional gala que ofrece cada año el Ballet Nacional de Cuba, dirigido por Alonso.
El renacimiento de un teatro
El trabajo reconstructivo a que fue sometido abarcó todo el inmueble y respetó su diseño original. Hoy se encuentran restaurados sus fachadas, vestíbulos, palcos, cubierta y tabloncillo. Asimismo, cuenta con nuevos mobiliarios, telones, sistema de climatización, acústica, mecánica escénica, salones de ensayos para los bailarines y la orquesta, un estudio de grabación y más de 20 camerinos y baños.
Entre los espacios que el teatro ofrece hoy al visitante se encuentran la mencionada Sala García Lorca ; la Sala Lecuona, dedicada a espectáculos y conciertos de pequeño formato ; la Sala Carpentier, salón multifuncional ; las galerías Orígenes y Zoom ; el Cabaret El Tablao, que promociona lo más auténtico de la cultura nacional ; y una Cava para degustación de vinos.
Actualmente, presenta una programación habitual de martes a domingo confeccionada con lo más representativo de la cultura cubana que atrae tanto a cubanos como a los extranjeros que visitan la isla.
Con todo su esplendor de antaño, el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso regresa al centro de la vida cultural e histórica del país. Orgullo de los cubanos, el coliseo continuará siendo testigo de los principales acontecimientos artísticos que sucedan en la isla caribeña y el teatro cubano de referencia por derecho propio.