Con la “Vuelta ciclista internacional de Guadalupe”, el carnaval es uno de los eventos que atrae a la mayoría de los espectadores de todas las edades. Fotos del desfile del domingo 27 de enero en Pointe-à-Pitre ilustran este artículo.
Guadalupe, hoy un territorio de menos de 400 000 habitantes con cerca de 60 000 personas que cobran los mínimos sociales pues que viven bajo la línea de pobreza (1 026 euros al mes en Francia y Europa) con una delincuencia juvenil que se ha desarrollado en los últimos años necesita curar sus heridas. Claro, la banda internacionalmente conocida, Kassav’, por la voz de su famoso guitarrista Jacob Desvarieux, ha cantado en 1984 “Zouk la sé sèl médikaman nou ni”, pero más de 30 años después, Guadalupe necesita otros remedios para curar sus nuevos males. Entonces, cabe señalar que el carnaval se convirtió también una medicina que permite a los habitantes hacer frente a las dificultades de la vida moderna. Miles de personas forman parte de grupos de carnaval para quitarse el estrés, para existir y muchos ahorran sus escasos ingresos para hacer sus varios disfraces. Es precisamente esta preciosa libertad, esta ausencia de poder político que frena la integración completa del carnaval en la economia de Guadalupe como este es el caso en muchas islas del Caribe…
El hospital, es la calle…
A partir de noviembre, la fiebre aumenta ya que los grupos empezan a tocar su música. Algunos amantes del carnaval dan la bienvenida al Día de Año Nuevo con un gran alivio porque la temporada de carnaval se abre con el famoso “ben demaré” en el mar y los desfiles de los grupos comienzan el primer domingo de enero para acabarse el Miércoles de Ceniza.
Durante el carnaval, la gente olvida la presión social. Los complejos sobre todo físicos desaparecen. Por ejemplo, el sobrepeso, la obesidad que, en tiempos normales, se viven como una gran desventaja se vuelven invisibles. Las mujeres como los hombres no dudan en mostrar su cuerpo con todos sus imperfecciones porque aceptan llevar disfraces un tanto osados. ¡Qué valor! Y curiosamente, la multitud no hace ninguna crítica, no hay palabra peyorativa. Es carnaval, todo (o casi) es disculpable…
Porque los espectadores también vienen a curarse asistiendo a estos desfiles en las calles cada fin de semana. Si algunos no dudan en instalar sillas plegables en las aceras, la mayoría permanece de pie a lo largo de las calles durante horas para ver pasar a los grupos, ya no sienten sus dolores físicos (reumatismo, osteoartritis, ciática, etc.). La alegría de los amantes del carnaval se vuelve comunicativa. Como una batería, la moral de todos se recarga.