La identidad caribeña no es una utopía

Existe en todos los pueblos del Caribe un denominador común muchas veces difícil de entender. No hablamos solo de las similitudes de la zona geográfica que comparte nuestra región de clima tropical, bañada por uno de los mares salados más grandes del mundo. No. Existe algo intangible que nos caracteriza, que nos une más allá de las visibles diferencias socio-culturales y lingüísticas que se registran en esta área geográfica. Es nuestra identidad. 

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Señalemos que ese denominador común subjetivo —en nuestro eterno afán por llamar las cosas por su nombre— se llama identidad. Y afirmemos, entonces, que existe en estas tierras una identidad cultural común, surgida de un profundo y complejo mestizaje, que nos distingue y es una realidad cuya unidad se perfecciona al punto que, muchas veces, resulta imposible hablar de alguna región sin que se hallen otras implicadas. Digámoslo alto y claro, nacer y vivir en el Caribe es mucho más que pertenecer a una isla.

identite-caribeenne-4Una unidad cultural amerindia

Sin embargo, para entender esa diversidad identitaria que une a las islas que conforman el arco antillano y sus procesos históricos y sociales es necesario hurgar en la historia. Debemos partir del origen común de conquista y colonización europea, unido al mestizaje conformado por la inmigración forzada de la trata y la inmigración desde otros continentes.

Antes de la llegada de los europeos, el arco antillano se fue poblando por grupos del tronco etnolingüístico suramericano aruaco que llegaron, en oleadas sucesivas y durante siglos, hasta épocas cercanas a la conquista cuando ya en el siglo XV estos diferentes niveles culturales se hallaban interrelacionados.

De acuerdo con la historiadora e investigadora cubana Olga Portuondo, ese hecho “hace posible hablar de una unidad cultural de fase neolítica y agroalfarera en las tierras del Caribe, tal y como puede ser comprobado mediante las huellas de sus expresiones culturales”.1

De ahí que, en la forja de la identidad caribeña y con esta gran primera unidad de grupos aruacos que ocuparon las Antillas Mayores y Menores y las costas continentales del Caribe unos siglos antes de la llegada de Cristóbal Colón, es ineludible hacer coincidir los límites geográficos con los etnoculturales.

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Un choque entre Amerindios y Europeos

El nombre “Caribe” proviene de aquellos aruacos marineros que se extendieron por todas las Antillas. Geográficamente hablando, se incluyen en el área los países bañados por las aguas de su mar : Venezuela, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Belice, Guatemala y México; así como tres grandes conjuntos

que se extienden en forma de arco hasta las costas de Venezuela: el archipiélago de las Bahamas; las Antillas Mayores con Cuba, La Española (Haití y República Dominicana), Puerto Rico y Jamaica; y el tercero llamado Antillas Menores, divididas en islas de Sotavento2 y Barlovento3.

Como antes mencionábamos, en la formación del caribeño existió una gran primera unidad y, aunque hubo variaciones culturales, subsistió la misma formación neolítica y, hasta cierto punto, teológica pues en las concepciones religiosas y en el panteón de dioses, la naturaleza tropical con sus violentos arranques meteorológicos, siempre estuvo presente.

No obstante, con la llegada de la colonización española – bajo el mandato de los Reyes católicos y Carlos I – su imposición hegemónica en el mar Caribe y los frustados intentos por mantener a distancia las ambiciones de otros imperios como Portugal, Holanda, Francia e Inglaterra, que finalmente le quitaron trozos de sus conquistas en el llamado Nuevo Continente, la identidad del hombre caribeño bebió de muchas culturas.

identite-caribeenne-6Un imperialismo de los nuevos Estados Unidos

Por otra parte, desde los inicios de la colonización surgió el tráfico de negros esclavos para suplir la fuerza de trabajo aborigen cuya población se extinguía, a causa de la explotación a que era sometida, los cambios económicos y el choque biológico, pues carecían de inmunidad ante las enfermedades de los conquistadores.

España perdió la hegemonía del Caribe hacia finales del siglo XVI y contempló con impotencia cómo le eran arrebatas las Antillas. Después de 1824, el Imperio Ultramarino español quedó restringido a las dos Grandes Antillas : Cuba y Puerto Rico. Mientras Santo Domingo, en la isla La Española quedaría incorporado a España en marzo de 1861.

A eso se suma que tras finalizar la guerra con Gran Bretaña, la joven nación norteamericana dio muestras de sus intereses expansionistas hacia el Caribe. Luego, durante los años finales de la década decimonónica, la zona quedaría marcada por amenazas de inestabilidad política.

A comienzos del siglo XX, el ejercicio de autoridad imperial de Estados Unidos con su carga de intereses económicos y militares distanció las islas y costas caribeñas unas de otras. Sin embargo, a despecho de las respectivas metrópolis que se asentaron en la zona, las cuales negaban el mestizaje por ser signo de inferioridad y sólo reconocían la cultura blanca europea, el hombre del Caribe junto a su intelectualidad comenzó a reconocer la innegable presencia cultural del africano, con un criterio casi unilateral.

identite-caribeenne-7Una inflencia africana y diversa

No cabe duda : la verdadera idiosincrasia del Caribeño carga en sus entrañas los aportes de los esclavos, víctimas del trabajo en la plantación tropical desde el siglo XVII hasta XIX, y también una profunda huella aborigen. “Aceptar dentro de la naturaleza caribeña a los naturales de estas tierras es aceptar como premisas, en primer lugar, que el exterminio del aruaco no fue absoluto y, en segunda instancia, su herencia cultural ; por cuanto no hay que olvidar a la madre india, poderoso vehículo de transmisión de cultura al hijo mestizo de padre europeo o africano”4.

Si bien la diversidad de culturas, lenguas y religiones que se congregan en los territorios caribeños no permite hablar de una misma influencia europea, africana o aborigen, que luego se fue enriqueciendo con al aporte de chinos, indios, árabes, ninguna de estas diferencias imposibilitan la búsqueda y realidad de un identidad común caribeña.

Nos unen más semejanzas —y no solo geográficas— que diferencias. Es el Caribe territorio donde sus pueblos se recrean en el goce de la vida, donde se baila, se canta, donde se cultiva la caña, se degusta un buen ron y se disfruta un buen tabaco. Es el Caribe el lugar donde ese denominador común que llamamos identidad deja de ser utopía y se convierte en una verdad latente.

 

1 – Zúñiga Portuondo, Olga. Caribe, raza e identidad. Ensayos críticos de nuestra historia. Ediciones Unión, La Habana, Cuba. 2014, pp.11
2 – Islas repartidas entre Los Países Bajos, el Reino Unido y Venezuela, situadas frente a las costas de este último país y sobrela plataforma continental sudamericana.
3 – Islas que acotan al este la cuenca del Mar Caribe, integrado por las islas septentrionales de las Paqueñas Antillas. Algunas de las principales son Granada, Martinica, Santa Lucía, Barbados, Guadalupe, Dominica, Trinidad y Tobago.
4 – Zúñiga Portuondo, Olga. Caribe, raza e identidad. Ensayos críticos de nuestra historia. Ediciones Unión, La Habana, Cuba. 2014, pp.95