Al este de República Dominicana se encuentra un pueblo llamado San Pedro de Macorís, ubicado a 45 minutos de la capital dominicana. Una tierra que tuvo su gran época hace varias décadas atrás, tierra productiva por tener los principales ingenios azucareros del país.
Allí emigraban no solo personas de otras provincias a trabajar, sino también gente de otros países e islas, iban en busca de trabajo a este lugar que también tenía otras ricas fuentes de empleos como las zonas francas -grandes fábricas donde se construían todo tipo de cosas-, así como un puerto donde anclaban los más grandes cruceros del mundo.
Parte de las personas que emigraban para trabajar la caña de azúcar provenían de las islas menores, de Antigua, Martinica, Tórtola y otras, influenciaron a los petromacorisanos no tan solo en la parte culinaria, sino también con su folclore. De esta rica fusión cultural, nacen Los Guloyas, una manifestación artística donde sus integrantes se caracterizan por utilizar un vestuario colorido y alegres danzas contagiosas.
Según cuentan los historiadores, el nombre de Guloya, proviene de Goliath, de la historia bíblica de David y Goliath, siendo un derivado de este último la inspiración que le dio pie a Los Guloyas.
Su vestimenta se caracteriza por un vestuario colorido donde predomina el rojo, amarillo, azul, verde y naranja, la ropa es adornada por pequeños espejos, cintas de colores junto con una capa y un largo sombrero construido a base de plumas que completaban el vistoso atuendo.
El nacimiento de los cocolos
Los extranjeros se mezclaron de tal forma que poco a poco los dominicanos fueron adoptando sus tradiciones, algo que fue inevitable ya que al formar familia unos con otros, salió una sangre nueva la cual llamaron “cocolos”. Los hijos de los que nacieron producto de esa unión aprendieron a hablar los 2 idiomas : español e inglés. Los ingleses y dominicanos fusionaron toda su cultura, convirtiéndola en más rica de lo que ya era.
Esta explosión cultural se fue dando a finales del siglo XIX, y hoy en día en San Pedro de Macorís, aunque han muerto casi todos sus fundadores, aún predominan con fuerza Los Guloyas.
A pesar de que las fechas principales en las que Los Guloyas, salen a contagiar a través de su baile a las personas del pueblo, son el 25 de diciembre y el 6 de enero, en el carnaval y las patronales también se les ve bailando al ritmo del bombo, triangulo, flauta y kettle, los instrumentos musicales que componen su música.
No hay dudas de que Los Guloyas, son una de las manifestaciones culturales más importantes, no solo para los habitantes de San Pedro de Macorís, donde se originaron, sino para todo el país y las islas caribeñas, y más aún luego de que en el año 2005 la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) los declarara Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, llenando de orgullo con este reconocimiento a todos los dominicanos.
La influencia africana de los Guloyas
Claudio Rivera, teatrista oriundo de San Pedro de Macorís publica en la página digital de su teatro Guloya, nombre que escogió como un tributo a Los Guloyas esta cita: “Los pueblos ingleses de las Antillas Menores son producto del cruce racial de negros, antiguos esclavos traídos del África, con esclavistas y colonizadores británicos, siendo aquellos el elemento mayoritario, mientras que éstos, obviamente mantenían la hegemonía políticoeconómicosocial y, por ende, la cultural. La música, los bailes y las canciones cocolas muestran esos dos componentes (…) La música, por ejemplo, es de un ritmo que es casi totalmente de influencia africana, de igual modo, todos los movimientos y pasos de sus danzas son de puro corte africano. Sin embargo, cuando los bailes son dramatizados, la mayoría de los argumentos están basados en “lecciones” bíblicas o en leyendas británicas.” Asimismo, la influencia británica se hace sentir en las letras y motivos de las canciones cocolas. En los bailes, sean dramatizados o no, el conjunto orquestal cocolo que los acompaña está formado por un “base drum”, un “kettle drum” y un triángulo, con la inclusión a veces de una flauta. En la actualidad, solamente perduran en los enclaves cocolos de San Pedro de Macorís y La Romana, no encontrándose en los demás enclaves.