Desde hace varias semanas, los sindicatos de profesionales del sector de eventos decidieron movilizarse en Guadalupe. La última ilustración de esta ira tuvo lugar el martes 20 de octubre pasado con una operación que paralizó el tráfico en la carretera nacional 1 entre Le Gosier y Baie-Mahault. La razón de este enésimo descontento fue la lentitud con la que los expedientes de ayuda serían tramitados por los agentes del Consejo Regional de Guadalupe. En efecto, tras una movilización anterior en las calles, el 28 de septiembre, habían sido recibidos de nuevo por la colectividad mayor de la isla y, al final de esta reunión, los profesionales del sector de eventos parecían bastante satisfechos con las propuestas que se les habían hecho, pero no supimos los detalles… Sin embargo, la semana pasada, el presidente del sindicato que creó este tremendo atasco en la carretera advirtió: repetirán estas operaciones cada semana hasta que estén satisfechos…queda por ver si el prefecto les dejará hacerlo.
Es cierto que los profesionales de eventos (artistas, organizadores de espectáculos, DJs, técnicos, etc.) están pagando un alto precio por esta pandemia de Covid-19. Desde el pasado mes de marzo, inicio del confinamiento planetario, las actividades culturales nunca pudieron reanudarse realmente, a excepción de las que establecieron un protocolo estricto para luchar contra la propagación de este coronavirus (cine, teatro…) pero otras como las fiestas de baile en las discotecas, los conciertos, los festivales, las ferias y las exposiciones con un gran número de participantes siguen estando prohibidas. En territorio francés, es decir en Guadalupe y Martinica también, estos profesionales pensaban que volverían a trabajar el 1 de septiembre, pero esta esperanza se desvaneció unos días más tarde y, ahora a causa de la reanudación activa de la epidemia el horizonte se ensombrece.
El trabajo no declarado, ¿una realidad?
Sin embargo, en Guadalupe, muchas personas no entienden estos bloqueos de ejes de carreteras por parte de los trabajadores de eventos porque, dicen, “las autoridades están desembolsando millones en este sector cuando nosotros perdemos nuestros trabajos y volvemos a casa en silencio, no tenemos ningún sindicato para bloquear el tráfico y no somos recibidos ni por la Prefectura ni por las grandes colectividades (…)”.
En efecto, además de la ayuda proporcionada por los organismos profesionales y las autoridades locales, el gobierno ya anunció la concesión de sumas importantes a los actores culturales. Así, el 27 de agosto se anunció un plan de recuperación de 432 millones de euros para el espectáculo en vivo; el 22 de octubre se anunció una nueva dotación de 115 millones de euros para apoyar el cine (30 millones de euros) y el espectáculo en vivo (85 millones de euros), así como nuevas ayudas para que los actores del mundo de la cultura puedan hacer frente, esta vez, al fortalecimiento de las medidas sanitarias y a la instauración de toques de queda en 38 departamentos franceses.
“Pero, ¿a dónde va este dinero?”, es la pregunta que muchos se hacen, dado el descontento del mundo de eventos en Guadalupe y Martinica. A menudo dicen que las sumas propuestas son insuficientes o que su situación no se ajusta a los criterios definidos. Seguro que saben lo que dicen…
Tras de hablar con varios actores de este sector, se encuentran realmente en una situación muy delicada desde hace siete meses. Pero, se añade un nuevo elemento a este espinoso asunto: el trabajo no declarado. “Hago un trabajo, me pagan de inmediato (…) recibo mi dinero en efectivo y no nos molestamos con papeles (…)”, dicen. Algunos actores culturales combinan así sus honorarios por debajo de la mesa con el ingreso de solidaridad activa (RSA), es decir 564 euros al mes. Excepto que, cuando todo iba bien, esta forma de trabajar podría resultar una situación en la que todos ganaban, pero desde que el coronavirus se deslizó en esta máquina bien engrasada, las consecuencias son graves.
Entonces sería imposible para estos actores culturales proporcionar a la administración un contrato de trabajo, una cancelación de servicio o espectáculos, una factura, un certificado de afiliación a un organismo profesional, la cantidad de ingresos declarados es bajo o igual a 0, por lo que resulta imposible probar cualquier pérdida de ingresos, etc.
Con el pretexto de que el “barco Cultura” se hundirá y “la identidad guadalupeña” desaparecerá, ¿hay que excluir estos controles para pagar fondos públicos?
Cabe señalar de paso que el costo del trabajo es más elevado en Guadalupe y Martinica que en las demás islas caribeñas.
El sector de eventos debe estructurarse
Por otra parte, el sector de eventos o entretenimiento sufre a menudo de una imagen “no seria” en Guadalupe y Martinica ya que no se considera un verdadero sector profesional. Además, hubo que esperar esta crisis sanitaria para ver florecer sindicatos y federaciones, en particular en Guadalupe, pero tenemos la impresión de que los actores de la industria de eventos todavía no hablan con una sola voz…
En estas dos islas francesas, el alto nivel de vida permite que una gran mayoría de los profesionales de eventos logren su volumen de negocios con la población local y muy a menudo prescindan de los visitantes extranjeros. Seguramente por eso que algunos querrían que las autoridades de la prefectura relajen las restricciones sanitarias para “dejarles trabajar”. Reanudar sus actividades es su prioridad y esto se comprende ya que los artistas están aquí, las infraestructuras (salas de conciertos, discotecas, carpas, etc.) están aquí y sobre todo el público local está aquí, puede pagar y quiere relajarse durante este período tan especial. Pero la enfermedad también está aquí…
Podemos entonces hacernos algunas preguntas: si trabajaran muy de cerca con las autoridades turísticas, por ejemplo, ¿serían sus quejas mejor escuchadas, mejor consideradas? ¿Por qué en la población algunos tienen la impresión de que los trabajadores de los eventos hacen “operaciones ocasionales” organizando eventos culturales pero sin ninguna implicación real en el desarrollo de la economía local? ¿Es ésta una de las razones por las que estos profesionales del entretenimiento siempre serían asimilados a “Rimé fès, rimé bonda” (Menear las nalgas, menear el culo), una expresión de un antiguo presentador de radio y televisión guadalupeño? Así que, nada serio a pesar del peso económico que dicen representar… Y entonces ¿cuál es exactamente este peso económico?
En el resto del Caribe, la situación financiera de los profesionales de la cultura también es catastrófica, pero hasta ahora no oímos hablar de ningún movimiento de descontento. Algunos cambiaron de profesión (como este gran productor de espectáculos dominicano que creó un periódico digital) porque hay que comer y beber y no hay plétora de ayudas financieras públicas como en Guadalupe y Martinica, otros se reinventaron en espera de tiempos mejores… La mayoría de estos profesionales no expresan el deseo de organizar ningún evento a toda costa.
Hay que decir que en muchas islas caribeñas, los turistas participan muy a menudo en los numerosos eventos culturales (especialmente festivales y festividades del carnaval), estos también se organizan para que estos visitantes extranjeros traigan las divisas que estos países necesitan. Además, desde el confinamiento general, todos los calendarios culturales de los organismos estatales a cargo del turismo se vaciaron. Si hay Covid-19, ¡no hay turistas! ¡Si no hay turistas, no hay eventos culturales comerciales! Incluso si, desde hace poco, las fronteras se están abriendo de nuevo tímidamente…
Actores culturales ayudados por “Quédate en Casa”
Si las sumas en favor del mundo de la cultura en los territorios franceses del Caribe hacen soñar a sus homólogos caribeños, ellos también pueden beneficiarse de ayudas establecidas por su gobierno, que es consciente de su peso en la economía nacional. Cuando esta epidemia de coronavirus se extinga, estos actores culturales tendrán que estar listos para reactivar máquina económica.
En la República Dominicana, a finales del pasado mes de julio, por iniciativa de la Sociedad Dominicana de Intérpretes y Ejecutantes (SODAIE), que también habló en nombre de varias otras asociaciones de artistas, 900 personas de la industria del entretenimiento se integraron en el programa social Quédate en Casa del gobierno dominicano. Estos técnicos, actores, compositores y músicos, que no formaban parte del plan de ayuda inicial del gobierno, se sumaron a más de mil beneficiarios ya contabilizados, con lo que el número total de actores culturales asistidos durante esta crisis sanitaria supera los 2.000.
Anteriormente, los profesionales de la cultura, a través de la Asociación Dominicana de Empresas de Servicios Audiovisuales y Eventos, habían tenido la oportunidad de explicar a la presidencia del país que, desde el 19 de marzo, cientos de empresas y miles de familias dominicanas ya no trabajaban. Por lo tanto, gran parte de la industria cultural recibió esta ayuda básica. Quédate en Casa, es uno de los programas de ayuda gubernamentales, representa una suma temporal de 5.000 pesos dominicanos (72,84 €) que permite a 1,5 millones de hogares alimentarse. Estaba previsto que durara de abril a mayo, pero se prorrogó hasta el 31 de diciembre de 2020.
Paradiso para vender eventos culturales
También el pasado mes de julio, el Ministerio de Desarrollo Comunitario, Cultura y Artes de Trinidad & Tobago anunció el pago de una subvención única de 5.000 dólares de Trinidad (626,11€) a los artistas, creadores, etc. El objetivo del gobierno de Trinidad & Tabago era prestar socorro a los agentes de la cultura afectados por la cancelación de exposiciones, cursos, conferencias, talleres y otras actividades entre marzo y diciembre de 2020. Se exigían varias condiciones para tener derecho a esa asistencia financiera, como no haber recibido ya subvenciones para la reducción de salarios en relación con el Covid-16.
Sin embargo, no se trataba de distribuir ese dinero sin rellenar un expediente y presentar documentos justificativos de la pérdida de trabajo (copias de contratos, recibos de pago, recortes de prensa, folletos, prospectos, entradas, anuncios de eventos organizados, cancelación de reservas, etc.). Además, el costo de alquiler de ciertas salas de espectáculos nacionales administradas por este Ministerio (National Academy for the Performing Arts, Southern Academy for the Performing Arts, Queen’s Hall et Naparima Bowl) se redujo en un 50% hasta diciembre de 2020 para los pocos eventos que tendrían lugar allí.
En Cuba, la situación es bastante distinta. En efecto, los artistas cubanos que pertenecen al Ministerio de Cultura o a sus instituciones reciben en tiempos normales un salario fijo cada mes además de sus honorarios por sus actuaciones musicales, teatrales o de otro tipo. Si, debido a la pandemia de Covid-19, estos ingresos adicionales no fueron posibles, siguieron recibiendo sus salarios. Estos artistas también pueden recibir un salario del syndicato de cultura. Recordemos que la cultura en Cuba es un asunto de estado porque la mayor isla caribeña vendía sus eventos culturales a los turistasa a través de Paradiso, su agencia especializada…
Como lo vemos, si la creatividad es extraordinaria en todas las islas del Caribe, el “funcionamiento” del mundo cultural es diverso y las ayudas a este sector para hacer frente a este desempleo a causa del Covid-19, cuando existen, son desiguales porque se basan en el presupuesto y el nivel de vida de cada territorio.