Del 24 al 26 de enero, se organizaron varios eventos como parte de los “Journées du Patrimoine Pointois” con el tema “Mès é Labitid” pero el incendio del cine-teatro La Renaissance ubicado en la Place de la Victoire, el sábado 25 de enero, desafortunadamente los eclipsó.
Sin embargo, el día anterior, estas reuniones anuales en el patrimonio de la ciudad habían comenzado bien. Entre ellos, hubo una charla con Max Rippon en el Pavillon de la Ville (antiguo presbiterio de la iglesia Saint-Pierre and Saint-Paul construido en el siglo XIX y clasificado como monumento histórico desde 1992), el viernes 24 a partir de las 6:00 de la tarde. El escritor dirigió con su franqueza habitual y sobre todo mucho humor esta noche, que tuvo lugar no dentro del edificio sino en el exterior, en la veranda o “anba galri-la” como solíamos decir en criollo… Se había encendido incienso para alejar a los mosquitos. Los asientos estaban dispuestos en círculo y una lámpara de queroseno estaba en el centro. Hay que decir que esta lámpara fue la estrella de este encuentro literario que había atraído a veinte personas.
El autor, originario de la isla de Marie-Galante (archipiélago de Guadalupe), contó muchas anécdotas de su infancia en la ciudad de Grand-Bourg donde nació en 1944. Estas historias llevaban a esta famosa lámpara que iluminaba las casas desde el anochecer porque la electricidad era un lujo en esa época y que permitía, entre otras cosas, hacer las tareas escolares del día siguiente… También habló de su salida de su tierra natal a la edad de 12 años para matricularse el sexto grado en el Instituto Carnot en Pointe-à-Pitre para preparar el bachillerato y luego su salida para Burdeos en Francia para cursar estudios universitarios, siempre con recuerdos que entretuvieron mucho a la audiencia. A través de todas estas anécdotas, sus historias personales, el público pudo viajar a la Guadalupe de antaño, redescubrir nuestras “Mès é Labitid” (Usos y Costumbres), nuestras creencias. El autor mencionó, entre otras cosas: el “ritual” del encendido de la lámpara cada noche; el estado del cielo que anunció la presencia de coulirous en el mar, algo que algunos de nosotros sabemos; los niños que nacen hoy con los ojos abiertos, algo que antes era raro; su encuentro con la mantequilla de maní gracias a sus compañeros de clase de San Martín; los castigos infligidos por los padres como la desnudez, etc.
Max Rippon leyó a los participantes atentos su famoso poema titulado “Lanp-la”, que está en su primera colección “Pawòl Naïf” publicada en 1987 por Éditions Aïchi. Entonces se entabló una conversación entre el poeta y el público en la dulzura de la noche…