Nacido en 1944 en Fort-de-France (Martinica) de una madre de Sainte-Marie y de un padre de Le Carbet, Alain Phoébé (su segundo nombre real que significa “brillante” en griego antiguo) Caprice vive desde hace ya muchos años en Guadalupe. La pintura, la fotografía y la poesía son las tres modos de expresión de este artista comprometido. Después de haber hecho innumerables obras pictóricas desde una edad muy temprana y docenas de exposiciones en Martinica, Guadalupe, Francia y los Estados Unidos, Alain Caprice decidió esta vez seleccionar cerca de una cuarentena de pinturas de estos últimos diecisiete años y proponerla al público a través de una nueva exposición titulada “Partage” (Compartir) que se puede visitar del 11 al 30 de diciembre en el Centre Culturel Rémi Nainsouta en Pointe-à-Pitre.
El artista plástico aceptó compartir algunos de sus pensamientos con los lectores de KARICULTURE.NET.
Las pinturas expuestas en el Centre Culturel Rémi Nainsouta en Pointe-à-Pitre están fechadas entre 2000 y 2017. Pero, representan sólo una pequeña parte de las muchas obras realizadas por Alain Phoébé Caprice durante su larga carrera de pintor. “No puedo contar cuántos cuadros que ya pinté (…). Pinto desde mi juventud. Desde 1972, nunca dejé de proponer pinturas todos los años en Martinica y Guadalupe en exposiciones personales y colectivas”, dijo.
Durante este período seleccionado, los últimos diecisiete años, Alain Caprice mostró varias de sus facetas al público. Sus fans que siguen su trabajo desde sus primeras exhibiciones, incluida la que organizó con el pintor guadalupeño Lucien Léogane en 1995, no tendrán ninguna dificultad para ver de nuevo el camino recorrido por el artista plástico. Los amantes del arte pictórico que todavía no conocen su trabajo también podrán descubrir su evolución.
Esta exposición llamada “Partage” (Compartir) se presenta como una especie de paseo en el tiempo entre los diferentes técnicas, colores y materiales utilizados por el artista para traducir en el lienzo sus inspiraciones del momento. Todo está preparado para que esta visita de las aproximadamente 40 obras expuestas sea agradable, en particular por el decorado de la sala hecha con plantas y árboles (cocotero, etc.) además de los dulces colocados aquí y allá. Una buena idea de su esposa, Isabelle, que juega un papel importante en la organización de esta exposición. “Ella es la clave”, dijo el artista.
Una ósmosis con el público
Aunque Alain Caprice siempre compartió con el público durante las docenas de exposiciones que organizó o en las que participó, le parece importante destacar siempre la palabra “Compartir”. “Mi objetivo con esta exposición es darle al público las claves para acceder a mi mundo, para tocar mundos invisibles. Estas claves pueden conducirnos para ver lo que no queremos ver, ver dentro de nosotros mismos, es una especie de espejo. Cuando comparte, el artista está en una especie de ósmosis con el público”, dijo.
Alain Caprice no vacila en dar una vuelta a la sala y detenerse frente a cada cuadro para hacer algunos comentarios pero sobre todo para escuchar lo que el visitante piensa y siente mirándolos. Se distinguen sobre varios de ellos estas líneas finas y continuas que parecen venas de la madera, una especie de marca de fábrica del artista. “Es un trabajo de paciencia”, dijo. La tela de lindos colores es uno de los materiales utilizados sobre varias obras. “Le pidé a mi hija N’Djaména que es estilista que me diera pedazos de tela hermosa, traté de ver lo que eso podría dar en el lienzo y me di cuenta de que el resultado era bueno cuando representé, por ejemplo, personajes”, dijo. Los temas son muy heterogéneos: la mujer, el carnaval, la danza, la política, la historia, África, el circo, la guerra, la Amazonia, el zapato, el sueño, la clordecona, la religión, el Caribe, etc. “Nunca pinto para no decir nada, siempre tengo algo importante que expresar. Cada una de mis exposiciones tiene un tema, un mensaje. Combinar la creatividad artística con el discurso popular nunca es fácil, hay que encontrar las palabras adecuadas”, dijo.
Una fuerte capacidad creativa
La pasión de Alain Caprice por la pintura empezó cuando descubrió, siendo un adolescente, las obras del dibujante, grabador y pintor alemán Albrecht Dürer (1471-1528). “Me gustaron mucho sus dibujos, las gárgolas, por ejemplo. Comencé a imitarle progresivamente, a crear obras con su estilo pero relativas a las situaciones de las Antillas. Durante los años en el Liceo Schoelcher en Martinica, éramos un grupito de tres alumnos – Alexandre Cadet-Petit, Alex Burke y yo – y organizábamos el concurso del mejor artista de la clase. De hecho, fue Alexandre quien tuvo la idea de hacer esta competición durante los deberes para determinar la mejor imagen de la clase. Como éramos los tres mejores, la competición tenía lugar entre nosotros. El mejor ganaba panes de chocolate que compartía luego con todos los compañeros de clase”, recordó riéndose.
Luego, los tres amigos que tenían una gran capacidad creativa decidieron competir en el dibujo. “Fui yo quien propuse que hiciéramos dibujos. Esta decisión no estaba vinculada con el precio del material – los tubos de pintura no eran muy caros en mi opinión, en aquella época – pero yo pensaba que no éramos todavía bastante fuertes para ser pintores”, dijo continuando riéndose de los recuerdos de su juventud.
Por otra parte, Alain Caprice también se interesó por el pintor cubano Wifrido Lam (1902-1982) y sus influencias cubistas y surrealistas. Algunas pinturas de esta exhibición – como “Sueño” y “Murmure indécent”, se inspiran en el cubismo.
“Prix Révélateur de Talents”en 2015 en Art Freedom
Hoy, el ex agente de la policía actualmente retirado mira la cosas en retrospectiva. “Creo que fui un buen oficial de policía. Me gustaba la calle, me gustaba el gueto. Los pequeños delincuentes me llamaban “Fly” a causa de la película “Super Fly” que se proyectaba en los cines. Estos chicos tenían discusiones serias. Yo era de los que pensaban que el diálogo con ellos, aunque no era fácil, podría ser un buen método para que abandonaran la delincuencia (…) La llegada de las drogas duras – en particular el crack – en el decenio de 1990 provocó un hecatombe en Guadalupe”, contó Alain Caprice. Le complace haber alentado a algunos delincuentes a interesarse por el arte : “venían a ver mis exposiciones, hacían preguntas, hablábamos”, dijo.
Hoy, el que pasó la mayor parte de su vida en Guadalupe quiere que los guadalupeños y los martiniqueses tengan mayor conciencia de lo que son y de sus capacidades. “Cuando se me habla de un gran artista extranjero, respondo que también tenemos grandes artistas en Guadalupe y Martinica y que también deberíamos valorizarlos. Cuando se me habla de un estilo, respondo que también tenemos nuestro estilo, que también tenemos que ser conscientes de eso y valorizarlo”, dijo. Pero Alain Caprice no prefiere el aislamiento.
Además de sus dos islas favoritas, el artista ya expuso sus obras en el Museo de Arte de Brooklyn en Nueva York (Estados Unidos) y en el Espace Pierre Cardin en París (Francia) en la exposición “Art Freedom” organizada por la asociación Couleur Pays, donde recibió el “Prix Révélateur de Talents” (Premio Revelador de Talentos) en 2015, una recompensa justa aunque se conoce el talento de Alain Caprice desde hace décadas…
Desde hace varios años, el Centre Culturel Rémi Nainsouta en Pointe-à-Pitre (Guadalupe) se convertió en la sala favorita del artista ; antes, presentaba allí sus obras al principio y al final de cada año. Le gustaría mucho mostrar su trabajo en las otras islas del Caribe, pero “no es fácil, hay que tener los contactos adecuados”, dijo.