La obra de origen español basada en la película homónima de Netflix, supera la producción cinematográfica en una puesta en escena insuperable, desde el punto de vista de la satisfacción de la audiencia.
En una vívida escenografía, se representa un área de trabajo contemporánea para un montaje sustentado magistralmente en el trabajo de los actores que dan vida a los personajes de la obra ; Amauris Perez (Marcel), Gianni Paulino (Verónica), Jose Roberto Díaz (Carlos), Brian D’elena (Luis) y el mediador Exmin Carvajal, bajo la dirección magistral de Elvira Taveras.
Una hora y media de tensión, pasión, risas y suspenso nos adentra en el mundo empresarial moderno, donde lo ilícito es justificado y compartido por 4 socios de una empresa de tecnología, Arca Internacional.
Estos emprendedores exitosos, con la capacidad económica de comprar aquellos que desean y cuando lo desean, se han reunido fuera de horario laboral porque en el desempeño de su trabajo desviaron millones de dólares a un paraíso fiscal y les descubrieron. Las autoridades policíacas se presentarán para incautar documentos, recolectar pruebas de la evasión fiscal y detenerlos. Les espera una condena de 7 años de cárcel. Sus abogados urden un plan: si uno asume que engañó a los demás creando una contabilidad B, los otros tres quedarán libres. ¡Es la solución perfecta! … si logran ponerse de acuerdo. Pero no consiguen hacerlo y recurren a un mediador. Él hablará con ellos bajo las reglas de la mediación, a puerta cerrada, sin celulares, sin insultos, sin golpes, lo que no es posible lograr… Y juntos comprobarán de lo que son capaces para defender su libertad.
Esta obra, desarropa ante el público, los mitos de pulcritud, legalidad y buena ordenanza que promueven las empresas privadas y deja al descubierto las vilezas de lo que son capaces los seres humanos para defender sus intereses, en este caso su libertad.
¿La injusticia laboral justifica realizar acciones ilegales? ¿Los delincuentes de cuello blanco, se creen inocentes? ¿Cuál es el precio que le dan a la libertad? ¿Todo tiene un precio?, son cuestionantes que va sembrando la obra en el espectador a medida que transcurren las acciones orgánicas, viscerales y cuasi reales de los personajes, que se mueven en el escenario como fichas en tablero de ajedrez, conociendo a sus enemigos y a dónde dirigir su estrategía de juego.
La respuesta a la pregunta “¿Cuánto aceptarías por pasar 7 años en la cárcel?”, desencadena las risas del público, como si la respuesta del personaje emblemático, El Mediador, le hubiera leído la mente, y así se desarrolla la trama, con altos y bajos bien hilvanados, lo que evidencia el gran trabajo de mesa, delineación y caracterización de personajes, en movimientos escénicos que transmiten la emoción que se crea cuando la ansiedad, el dinero y las debilidades humanas se mezclan, para cuestionarnos si pagaríamos 30 millones de dólares por no ir a la cárcel?