El 26 de noviembre de 2014, el Gwoka – “música, cantos, bailes y prácticas culturales representativos de la identidad guadalupeña” – fue escrito en la lista del Patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad por la Unesco. Un orgullo para algunas personas y un temor para otras que no quieren perder este arte ancestral.
Después de haber sido integrado en 2012 en el Inventario del Pequeño Patrimonio cultural inmaterial francés, administrado por el Ministerio de la Cultura y de la Comunicación, el gwoka fue escrito, el 26 de noviembre de 2014, en la Lista del Patrimonio cultural inmaterial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
La organización internacional se fundó en varios puntos para tomar esta decisión. En efecto, reconoció el gwoka como un símbolo de identidad intensificando la cohesión social y el respecto mutuo porque, al principio praticado por los esclavos africanos, esta música (canto y baile) fue adoptada por todos los grupos étnicos y religiosos de Guadalupe.
Según la Unesco, esta inscripción en la lista representativa “puede permitir intensificar la conciencia y la visibilidad del patrimonio cultural en los niveles local y regional y sus expresiones contemporáneas pueden permitir promover la creatividad humana gracias a la diversidad de las músicas, de los bailes y de los cantos”.
El organismo especializado de la ONU, constituido en 1946 e instalado en París, estudió también las proposiciones de salvaguardia de las autoridades y de los representantes de la comunidad del gwoka con objeto de promover y transmitir este arte.
Los portadores de este proyecto de inscripción – entre ellos Félix Cotellon, el organizador del Festival de Gwoka de Sainte-Anne – saborean ahora su satisfacción y piensan que el gwoka es más que nunca una baza para el desarrollo del turismo en Guadalupe y la promoción de la cultura.
Sin embargo, hay que convencer a los desconfiados que consideran este reconocimiento como un medio para dominar esta creación artística ancestral.