Al correr de estos últimos años, el gwoka salvó los obstáculos pero siempre no fue así. Durante la esclavitud, el artículo 16 del edicto de marzo de 1685 de Louis XIV, rey de Francia, llamado “El Código Negro”, prohibía las reuniones de esclavos que se entregaban a esta música y baile y preveía también sanciones para los dueños que las autorizaban. Esta música transformada en un instrumento de lucha contra los colonos, en efecto, permitió a los esclavos comunicar, particularmente durante las revueltas en las plantaciones.
Hoy, el gwoka no ha perdido su sentido de lucha. A menudo, está utilizado por los huelguistas que quieren que los empresarios oigan sus reivindicaciones.
Una música de alegría y de pena
Pero esta arma musical sirvió también para transmitir emociones alegres y tristes. Esta música que los relatores y misioneros llamaron “Calenda” a partir del siglo 17 hasta el siglo 19 animó las festividades después de las ceremonias religiosas como el bautizo ; los sones del tambor-ka también inflamaron las bodas. El gwoka fue presente durante las fiestas municipales en los barrios populares y en el campo. Referente a esto, en pleno período de sensibilización a partir de los años 1990, los municipios empezaron a solicitar a los grupos de gwoka para organizar algunos “Léwòz” con motivo de las fiestas comunales. Hoy, no es raro de observar que, cada localidad pide un “léwòz” durante la fiesta del santo patrón del municipio.
El gwoka acompañó la pérdida de un ser querido. Aún hoy en día, durante un velatorio, algunas familias invitan a músicos, cantantes y bailarínes (cuando éstos no vienen espontáneamente) a hacer resonar el tambor-ka hasta la madrugada a fin de saludar un pariente cercano que se fue al otro mundo.
Un gwoka democratizado
A pesar de todo, los defensores de esta música (canto-baile) que forma parte del patrimonio cultural guadalupeño saben que el gwoka no terminó su vía crucis hacia una aceptación total. Varias fases ya contribuyeron en “desdiabolizar” el gwoka : creación de grupos que, a veces, ponen en venta discos ; publicación de métodos que facilitan la práctica de la música gwoka y del baile gwoka ; creación de escuelas de música y de baile ; instalación de artesanos que fabrican el instrumento ka para los “tanbouyé” y para la gente que ponen este tambor en su sala de estar como una obra de arte ; creación del “Festival de Gwoka de Sainte-Anne” que atrae, cada año, millares de espectadores ; multiplicación, desde hace 25 años, de grupos de carnaval, llamados en criollo “Gwoup a Po” (grupos de piel, a causa de la piel de cabrito cubriendo el tambor), que utilizan el tambor tradicional.
“Vélo” como un Dios
La reputación del gwoka como “biten a vyé Nèg” (cosa para Negros malos) es difícil de borrar aunque esta música penetra ahora en muchos hogares. Hace cincuenta años, los “tanbouyé” estaban expulsados de las calles de las ciudades por la policía como se atrevieran a tocar este tambor. Entre ellos, había Marcel Lollia, apodado “Vélo”. El maestro-tanbouyé que dormía en la calle con su fiel amigo, el alcohol, falleció el 5 de junio de 1984. Cerca de 6 000 personas concurrieron a sus funerales, nunca se había visto eso…
Hoy en día, “Vélo” se volvió un guía, un padre e incluso un Dios para muchos tocadores de gwoka que se presentan como sus discípulos. Además, cantantes de la música zouk ponen el ka como “invitado especial” en sus composiciones.
El gwoka siempre estigmatizado
Además, hace once años, después de la agresión de una transeúnte cerca de los músicos que estaban tocando el gwoka, el municipio de Pointe-à-Pitre dicidió pura y simplemente prohibir esta música en las principales calles de la cuidad. Mucha gente no entendió la razón de este bando municipal del 22 de junio de 1995. Esta decisión provocó una protesta general de parte de los aficionados al gwoka que echaban la culpa de esta agresión a la delincuencia y no a la música. Un “Comité para tocar el gwoka” incluso fue creado. El son del tambor-ka resonó en toda la ciudad hasta la retirada de este bando. Hay que decir que desde los años 1980 un “movimiento” incita a los Guadalupeños a apropiarse de su herencia cultural.
Actualmente, los “tanbouyé” tocan, bailan y cantan el gwoka (sobre todo el sábado) en las calles o plazas de las ciudades de Basse-Terre y Pointe-à-Pitre, particularmente en la calle de peatónes donde fue levantada en 2004 una estatua de “Vélo” por el gusto de los Guadalupeños y de los turistas.